Ambientada en los pueblos palafitos de la Ciénaga Grande de Santa Marta, la película narra la vida de Alberto (Manolo Cruz), un hombre atrapado en un cuerpo que no responde, pero cuya alma vibra con una intensidad capaz de contagiar esperanza y alegría. A través de una relación entrañable con su madre (Vicky Hernández), la cinta revela cómo el amor, la compasión y la resiliencia pueden florecer incluso en los entornos más adversos.

También actúan Jorge Cao, Viviana Serna, Mile Vergara, Javier Sáenz y Rafa Rubio, quienes, gracias a la profundidad de sus interpretaciones, le dan verdad y sensibilidad a esta historia que retrata una Colombia invisible para muchos.

“Si la película habla de algo, es de esas personas y comunidades olvidadas por la lejanía en la que se encuentran, pero que nos enseñan a vivir la vida a plenitud. Una de las cosas que descubrí haciendo esta historia es que muchos no las pasamos buscando tener cosas, y allá se la pasan buscando tiempo para compartir el amor con quienes los rodean”, expresó Cruz.

Aunque no había sido proyectada antes en salas nacionales, la cinta ya ha sido galardonada con 21 premios cinematográficos y ha hecho parte de 39 selecciones oficiales en festivales internacionales.

Entre los reconocimientos más destacados se encuentran los obtenidos en el ‘Sundance Film Festival’, el evento de cine independiente más prestigioso del mundo, donde fue premiada en las categorías de Mejor Drama Mundial, Mejor Actriz (Vicky Hernández) y Mejor Actor (Manolo Cruz). Estos últimos dos reconocimientos representan los más importantes que ha recibido Colombia por actuación en cine hasta la fecha.

La interpretación de Vicky Hernández, actriz recordada por su papel en la película “Del Otro Lado del Jardín”, conmueve por la naturalidad con la que transmite el amor, la entrega y las dificultades que enfrenta una madre con un hijo en condición de discapacidad, en un entorno marcado por la pobreza y el abandono.

“Mi interpretación se basó simplemente en lo que he vivido y en lo que he visto”, dijo Hernández con sencillez. Sin embargo, reveló que filmó la película con una herida en la espalda, pues no había pasado un mes desde su cuarta operación de columna. “Entonces no hubo nada de preparación, solo llegar y filmar”, agregó. A pesar de ello, la actriz había estudiado el guion a fondo con el director, e incluso propuso varios giros narrativos que fortalecieron la historia.

Una ardua investigación para retratar la discapacidad

Uno de los retos más grandes para Cruz fue interpretar a Alberto, quien sufre una condición severa de atrofia muscular. Como el personaje tiene una movilidad mínima y una capacidad de habla muy limitada, la actuación requería una conexión profunda con la esencia humana más allá del cuerpo.

Durante seis meses, el actor visitó y acompañó a personas que vivían con condiciones similares a las de su personaje, escuchando sus historias y aprendiendo de sus experiencias. Fue testigo, incluso, del fallecimiento de dos de ellas durante el proceso. Gracias a la cercanía con estas personas, Alberto no solo encarna la dificultad física, sino también la creatividad, los sueños, el sentido del humor y la fuerza vital que habita en quienes viven con esta condición.

“Estar con ellos me hizo dejar de pensar en imitar su aspecto físico o sus posturas. En cambio, me concentré en entender lo que realmente viven: estar quietos, atrapados en un cuerpo que no los deja vivir a plenitud. Y fue ahí donde descubrí la capacidad que tienen de sonreír, incluso en medio de la dificultad”, explicó Cruz.

Alberto canaliza sus emociones a través de dibujos en papel, donde plasma una relación poética con el mar y el color azul. Así, la película se convierte también en una metáfora visual de la libertad interior.

La producción enfrentó numerosos retos logísticos. Fue necesario construir desde cero la casa palafito donde ocurre la historia, sortear condiciones climáticas cambiantes y trabajar en un lugar con escaso acceso a energía eléctrica.

“Pudimos rodar la película en un lugar verdadero en nuestro país, que nos muestra esa Colombia que tal vez no sale en las pantallas. Pero las dificultades que tuvimos, sin duda, potencializan la película, porque sacó lo mejor de nosotros”, comenta Cruz.

Con una carrera artística de más de tres décadas, iniciada desde la infancia en televisión, Manolo Cruz ha participado en más de 45 producciones televisivas, 28 obras de teatro y 9 largometrajes nacionales e internacionales. Pero esta película representa uno de sus trabajos más personales y comprometidos, tanto en lo artístico como en lo humano.

‘La Ciénaga Entre el Mar y la Tierra’, se aleja de la temática que las películas colombianas han abordado durante las últimas décadas, con la intención de mostrar que el país es más que conflicto armado y narcotráfico. “Somos personas que, en el lugar donde la vida nos pone, salimos adelante a punta de amor y berraquera. Eso sí nos describe”, subraya el director.

La película se estrena el 29 de mayo en salas de cine del país y estará en cartelera por tiempo limitado. Es una oportunidad única para que el público colombiano se conmueva y se sorprenda con una historia que ha conquistado festivales internacionales.

Este estreno es posible tras ocho años de disputas legales por derechos de autor. La justicia falló a favor de Manolo Cruz y su productora, Mago Films, en todas las instancias (primera, segunda y casación), sentando un precedente importante en el ámbito jurídico nacional. Gracias a este fallo, el país por fin podrá acceder a una obra que, pese a haber estado silenciada durante años, ha sido ampliamente celebrada en el mundo y ha inspirado a otros realizadores colombianos a retratar con sensibilidad las realidades de la discapacidad.